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VÍCTOR Y SU CANTABRIA

 

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LOS RESTOS DE UN GRAN PASADO COMERCIAL

MOLINOS DE MAREAS EN CANTABRIA

POR ALGUNOS DE ESTOS MOLINOS PASABAN HASTA 19.000 FANEGAS DE GRANO

La Industria harinera en Cantabria alcanzó su apogeo en el siglo XVIII, y, más exactamente, el año 1786, que es cuando se ínicia en Santander, precisamente, al construir don Sebastián  de Aldama, un activo comerciante local, su fabrica de harinas "en la ría de San Pedro y en la ribera del mar bravo, dotada con siete ruedas o piedras, en un rincón salvaje que se halla en el sitio de Monte, sitio de La Maruca, donde también se alzaban las instalaciones anejas que algún cronista calificó de "perfectas", y que estaban compuestas por cuadras, graneros y otras dependencias auxiliares. Era el mismo año en que surgía con fuerza la industria de molturación de granos en todo el territorio cántabro, aprovechando las corrientes de los numerosos ríos, sobre todo, a lo largo de toda la cuenca del Besaya. Hasta entonces en nuestra región no se conocía, exceptuando la pesca, otra índustria que la actividad naval.La demanda de nuestras colonias de América, fueron de alguna forma las ímpulsoras de esa actividad harinera, determinante de una economía redentora, basada, sobre todo, en la función que en el envío de las harinas a América y otros países cumplía el puerto de Santander. La carretera a Reinosa fue determinante en el proceso de comercialización del puerto, desde so construcción y lo fue en 1787, cuando en atención a sus funciones de acercamiento de los trigos de Castilla a nuestro puerto se decidía su reconstrucción y su continuación a Palencia, abría definitivamente la vía de las harinas. La carretería fue a partir de entonces otra historia, a la que no han podido sustraerse escritores costumbristas, como José María de Pereda, Amós de Escalante, Duque y Merino, etc...que ínmortalizaron a algunos de aquellos carreteros que hacían la ruta entre la capital y Campoo, con la mercancía producida en nuestros molinos, al paso cansino de los bueyes de las yuntas.

La demanda de las harinas había de ser, pues, cumplimentada por los molinos de las diferentes clases, dotación y capacidad de molienda. Eran estos molinos o aceñas, en su gran parte molinos de los llamados hidráulicos expresamente, si eran movidos por las aguas fluviales tan solo,  y de mareas, si funcionaban, bien las del mar y algún río, al mismo tiempo, como solia ocurrir. Y éste ha sido el propósito de nuestro trabajo; hablar de los molinos de mareas, ruinas en gran parte, que hoy pueden verse en rías, ensenadas y marismas, como un fantasma del pasado y que prácticamente, podían verse en toda nuestra costa, si bien es la zona de Sietevillas donde son más frecuente tales edificaciones, algunas de ellas constitutivas de estampa bucólica digna de un pincel.

LOS MOLINOS DE MAREAS

Acompañados de nuestro Francisco Ontañon, hemos hecho la ruta de los molinos de mareas; unas veces salvando dificultades casi insalvables, otras, dando rodeos, algunas, desafiando desconfianzas o invadiendo propiedades ajenas. Un muro recio dotado en su parte central de un edificio vetusto sostenido por los arcos de la base, en la fachada que mira al mar; defendido por los tajamares que se orientan a la parte opuesta, para recibir la carga de la corriente provocada en la bajamar, las canalizaciones, los ingenios que las hacen posibles, ofrecen la visión común de estas construcciones abandonadas, donde , si acaso, halla uno a un pescador de quisquillas para cebo, o algún cazador que observa atento los carrizales próximos en plena marisma la evolución de las fochas de cresta blanca, o los circulos concéntricos que sobre el agua dibuja algún pez ávido de luz o de alimento a su alcance, en la superficie.

El primer molino de mareas vistado en la zona trasmerana de Sietevillas fue el de La Venera, tal vez el único que conserva, no sólo perfecta su estructura exterior, sino todo el sistema de molturación interior, gracias al cielo desplegado en su conservación por los propietarios sucesivos del inmueble, sino de manera muy especial, por Eduardo Setién, el último de ellos recientemente fallecido, que procedió a la restauración de ese bellísimo edificio molinero, en el que pueden verse los arcos, en número de seis, equivalente a otras tantas ruedas. El Molino de La Verena, situado, aguas arriba, cerca del puente de este mismo nombre, reparte su emplazamiento entre las jurisdicciones municipales de Arnuero, Bareyo y Meruelo, de orilla de la ría. Su construcción data de 1753.

En Argoños, barrio de Ancillo, otro molino, cierra a cal y canto el edificio principal y muestra sus muros, convertido todo el paraje en plena ría de Cicero-Argoños-Santoña- Escalante, en un pequeño puerto pesquero, con embarcaciones de poco tonelaje amarradas en torno suyo y mostrando la estructura clásica de muros, arcos y tajamares, que distinguen a estos ingenios impulsados por el agua procedente de las mareas. Hay otro más. muy cerca, en, aún , mayor ruina.....El de Santolaja, en terrenos de la marisma de Soano, llamada Victoria, resulte más espectacular por su amplio y longitudinal muro cerrado aquella parte de la ría, hasta donde llegaba el agua de la mar, retenida luego en una amplia laguna. Es la zona donde en estos momentos se rellena la marisma, para convertirla en zona deconstrucciones turísticas y que ha venido siendo bjeto de dura polémica, ante la denuncia efectuada por grupos ecologistas. La amplitud de aquel muro nos permitía, tras salvar unis angostos senderos, desde Isla, marchar sobre él hasta el centro de las instalaciones y comprender la importancia que en el pasado hubo de tener como industria harinera impulsada, o al menos recuperada, por Juan Fernández de Isla. Muros y tajamares se conservan en bastante buen estado, así como el edificio el molino, propiamente dicho. El muro de una a otra parte de la marisma es de, al menos, 200 m. de longitud. Hasta el paraje acuden algunos pescadores de la zona.

Los de Noja

Semejante al anterior en su estructura es el molino de la zona de Helgueras aunque de menores dimensiones, y de semejante capacidad también el de Castellanos en Ajo, un tanto enagado por las arenas, y el del Joyel y Helgueras, en Noja, este último situado en una zona marismeña, donde las aguas embalsadas y los carrizales atraen a numerosas anátidas; el edificio aparece apenas con los cuatro muros exteriores, sin tejado. Y así podríamos citando todos los que esta zona de Sietevillas, ría del Asón, Cicero, etc.. muestran las piedras desnudas de sus ruinas, al igual que ocurre en la parte occidental de nuestra provincia y en la misma bahía santanderina y sus aledaños, no olvidemos que el nombre de las presas se debe a la existencia de tales molinos y ese sistema de represa del agua del mar, común a todos, que, en definitiva no era sino el propio sistema de los molinos hidráulicos, es decir, los únicamente del río, que retenían su agua en la calcera, para dejarla caer sobre el sistema motor. Tuvo asimismo mucho que ver también con los molinos de mareas santanderinos Juan Fernández de Isla.

EL molino de Aldama en la ría de San Pedro, en la Maruca y lugar de Monte, tuvo mucho que ver con la historia de la industria harinera en el siglo XVIII y posteriores, pues se sabe que durante la guerra de la independencia, los trigos eran transportados hasta él no sólo en carretas, por los caminos, sino en falúas,desde la costa, y que algunas de estas embarcaciones fueron interceptadas y descomisadas por los franceses en la época de ocupación gala de la capital, con el fin de cortar los suministros al enemigo.

FALÚAS

Barreda, en su obra "LA MARINA DE CASTILLA" cuenta que el molino de Aldama podía moler en aguas vivas, durante seis horas disponiendo siempre de abundante caudal aun en los momentos de mareas muertas, "por tener una magnifica presa y además surtimiento de aguas dulces". Los obreros que allí trabajaban ganaban seis reales diarios.

El año 1800, la producción del molino de Aldama estaba fijada según algún autor, entre las 14.000 y 15.000 fanegas anuales. El rendimiento de cada una de las ruedas era, según Barreda de una fanega por hora, y difería un tanto del anterior autor, pues aquél fijaba la producción anual en las 18.000 y 19.000 fanegas. Queda en pie convertida en alquería hoy, lo que fuera almacen, la margen derecha de la ría, un puente que fue

MEDIDA 55,5 litros

el muro de represa, y unas columnas que deja ver la marea al bajar. Poco más.

CÓMO FUNCIONABAN

El funcionamento de los molinos de marea era muy similar en su proceso de aprovechamiento del agua, al de los molinos de río, puesto que todo se reduce a retener el agua para dejarla caer sobre el sistema impulsor. Las aguas del mar penetran ría arriba y se las permite el paso en la zona murada por unas compuertas, una vez embalsada el agua se cierran tales compuertas y se dirige el caudal embalsado, por medio de canalizaciones, al punto donde se ha de hacer pasar hasta el molino y sus mecanismos de molienda. Con el fin de aprovechar la máxima fuerza del flujo de las mareas, una vez embalsada el agua, se le permite la salida, a través  de los tajamares de la fachada del embalse, para dirigirla por los conductos abovinados que van reduciendo el "espesor" de su caudal, en embudo, hasta impulsarlo con la máxima presión sobre las ruedas hidráulicas, por unos llamados "saetillos", y darle salida